En las familias con hijos en edad adolescente las mudanzas son difíciles, ya que hay que despedirse de los amigos, colegio o equipos deportivos para abrirse camino en otro contexto nuevo: “Su adaptación dependerá de su carácter, su facilidad o no para hacer amigos y el interés que puedan mostrar por el lugar al que se mudan. Dependiendo de todos estos factores, pueden estar enfadados, frustrados, tristes o, por el contrario, ilusionados con el cambio”. Para Huéscar, lo importante para que la mudanza se produzca en las mejores condiciones y con la menor afectación para los hijos que se encuentran en plena adolescencia es poder escuchar siempre sus emociones, sin minimizar su impacto, sino intentando ser un espacio de contención: “De esta manera se podrá sobrellevar mejor el duelo de la pérdida y poder adaptarse al entorno. Lo importante es poder despedirse de una etapa, amigos y lugares (aunque duela), para dar cabida a todo lo bueno que está por venir”.
En ocasiones, los adultos minimizan el impacto que puede ocasionar un traslado de vivienda, cuando este no es consensuado dentro de la familia, por la sensación de culpa que genera en ellos esta situación, lo que provoca que no se busque el momento o el lugar necesarios para facilitar la despedida. “Todos necesitamos un tiempo para elaborar los cambios; los hijos también. Por eso, necesitan padres suficientemente seguros, que acompañen las emociones de los hijos”, sostiene Huéscar.