Si durante un momento en nuestras vidas nos cuidamos ese es sin duda cuando estamos embarazadas. Normalmente los hábitos tienden a cambiarse, intentas alimentarte mejor o moverte algo más.
A nivel emocional, el embarazo suele ser un periodo emocionalmente complejo, por más que desees a tu bebé, se mezclan sentimientos, emociones, incertidumbres, ilusiones y miedos… que poco a poco se van afrontando. Si es tu primer embarazo no será igual que si has tenido hijos anteriormente o pérdidas, o bien si llevas intentando quedarte embarazada durante mucho tiempo.
Por tanto, seamos francas, ¿quién puede llevar un embarazo “zen” en el que está totalmente tranquila, equilibrada, descansada, durmiendo lo necesario y serena todo el tiempo?. Pues bien, efectivamente muy pocas. Lo natural, aunque se lleve bien, es que el embarazo en sí mismo sea un evento vital estresante. O por lo menos, en algún momento. Por eso nos preguntamos,
¿Cómo afecta lo vivido en el embarazo al futuro hijo/a? ¿Influye? ¿En qué medida?
Pues bien, David Barker, un médico afincado en Reino Unido descubrió que los niños con bajo peso al nacer pero a término, es decir, nacidos con menos de 2,700 kg y a partir de la semana 37, tenían una vulnerabilidad mayor a padecer enfermedad coronaria grave. Es decir, que ciertas condiciones de la gestación podían provocar efectos adversos en la vida adulta. Para ello descubrió diferentes razones para hipertensión arterial, insuficiencia renal, diabetes, osteoporosis, cáncer de mama y ovarios.
La alimentación de la madre durante la gestación provocaba una mayor vulnerabilidad a padecer alguna de estas enfermedades en la vida adulta y lo denominó teoría de la programación fetal.
Al fin y al cabo, si lo pensamos, el útero materno es el primer ambiente en el que nos desarrollamos.
Otras autoras, intentaron extrapolar esta información a variables de tipo psicológico. Es decir, ¿el estado de ánimo provocará también riesgos de algún tipo en la vida adulta? Viviette Glover descubrió que un acontecimiento vital muy estresante (como vivir un atentado o un tornado) en la gestación provocaba cierta vulnerabilidad a problemas futuros. Observó que los hijos de mujeres expuestas en el embarazo a situaciones mantenidas estresantes, se mostraban algo más inquietos y con menor tolerancia a la frustración.
Por tanto, esto nos podría llegar a pensar que es imporante mantenerse tranquila en el embarazo. No obstante, otras autoras encontraron que un estrés moderado (lo tolerable en nuestro día a día) provocaba también algún aspecto positivo, ya que generaba en los niños cierta activación que mejoraba la respuesta exitosa al medio en su vida adulta. Al fin y al cabo, vivimos en un entorno “hostil” que nos demanda cada día adaptarnos a situaciones diferentes.
Van Den Bergh y sus colaboradores descubrieron un periodo sensible, entre la semana 12 y 22 de gestación, en el que el cortisol (sustancia que segregamos ante situaciones de estrés) genera más vulnerabilidad al desarrollo del sistema nervioso; lo que posteriormente relacionó con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
Es decir, parece que grados importantes de ansiedad durante la gestación influyen en aspectos como problemas emocionales o de conducta de ese niño
Por supuesto lo aquí expuesto no es determinante. Las personas estamos llenas de matices y afortunadamente tras el nacimiento existen experiencias “sanadoras” como el vínculo maternal seguro, que amortiguan, mejoran y cambian ciertas estructuras.
La cuestión es, ¿cómo saber si mi nivel de estrés es moderado, alto o bajo? Al fin y al cabo es una percepción muy subjetiva. ¿No os ha pasado que a veces piensas que estás tan tranquila y la gente te pregunta que si estás nerviosa porque notan algo en ti? Lo peor del estrés es que habitualmente uno se da cuenta de que lo tiene cuando para… Y a veces ya ha pasado demasiado tiempo.
¿No os parece que el estado emocional de la mujer embarazada tendría
que tenerse más en cuenta?
¿Cuántos falsos positivos ofrece la prueba de screening sobre detección de síndromes y da un buen susto a quien lo recibe? ¿Cuántas pruebas y visitas médicas ha de recibir una embarazada y de qué manera? ¿Cuántas mujeres asustadas, solas, con miedos se encuentran con respuestas vacías de apoyo?
Cuidemos de nuestras embarazadas, cuidemos de nosotras mismas… Generemos información, redes de apoyo, personal empático y difundamos esta información.
Cuanto más consciente seamos más pondremos un granito de arena para humanizar nuestras vidas.
Así que si estás embarazada:
- Mímate mucho, si te mimas tu estás mimando a tu bebé.
- Intenta dormir lo que necesites.
- ¡Muévete! El ejercicio es un gran desestresor. Encuentra aquello que te vaya bien y te guste.
- Apóyate en los tuyos, pide lo que necesites.
- Cuida tu alimentación.
- Encuentra un grupo de embarazadas con el que compartir tus experiencias.
- Pide ayuda profesional si lo necesitas.
Gracias a Fátima Prieto por su aportación y referencias aportadas.
Bibliografía consultada: