“No se puede asegurar que los niños con hermanos socialicen bien ni que los únicos tengan problemas para hacerlo. La complejidad del ser humano depende de muchos factores”, explica Huéscar. La psicóloga detalla que algunas familias pueden tener la sensación de que tienen que jugar con el niño todo el rato, quizá por la culpa que les genera el hecho de que no tenga hermanos: “Y tampoco se le deja a veces la oportunidad para salir de ese aburrimiento y que busque una manera de hacerlo solo”. “Hay menores que se gestionan jugando solos”, prosigue la experta, “el día a día les hace aprender mucho y acaban buscando cosas que hacer por su cuenta, explorando otros espacios fuera y llegando a gestionar esa soledad”, relata Huéscar.
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